jueves, 26 de agosto de 2010

los cipayos | por Lisandro Martínez

Héctor Timerman, canciller de la Argentina, en 1975 dirigió el diario La Tarde, impulsor del gobierno de los genocidas. Hoy es pieza clave para ocultar y desviar las investigaciones sobre los servicios secretos israelitas responsables de las voladuras del AMIA y de la embajada. El canciller fue enquistado en el corazón del Estado con el aval del imperialismo yanqui y el sionismo, para hacer pasar la política antiterrorista que prepara negocios internacionales.
El sujeto se constituyó ahora en defensor ad hoc de Montoneros en la causa del asesinato en 1974 del sacerdote católico apostólico y romano Carlos Múgica. Si los muertos como se dice reciben las malas noticias revolviéndose en su sepultura, tal vez los restos mortales de Múgica no tengan descanso.


Múgica compaginó filosóficamente la fe religiosa, las supercherías que de ésta se desprenden combinándola con un proceso de “liberación nacional “dirigido por un General de la burguesía a contramano del período histórico, cuando ya hacía rato se había completado la distribución del mundo y los países dependientes eran condenados a abastecer al  mercado, no con productos industrializados sino exportando recursos sin elaborar.
La llamada liberación nacional era así, una caricatura constreñida a las fronteras de un país subordinado al imperialismo.
Múgica, hombre del Estado Vaticano, presentó esta “receta magistral” a jóvenes militantes de la Acción Católica. El cóctel preparado fue lo suficientemente fuerte como para convertir a la futura cúpula de Montoneros, en una elite embrutecida políticamente por el oscurantismo del nacionalismo de sacristía e infiltrada por los servicios de inteligencia. Montoneros fue una dirección que actuó como fracción política de la pequeña burguesía democratizante, desencantada por la experiencia frondizista. (Ver documental “Montoneros, una historia”).
Montoneros actuó bajo caracterizaciones políticas que son recordadas por su propia conducción con una carcajada demoníaca y hondamente maliciosa (ver al Perro Verbinsky en el documental “Paco Urondo, la palabra justa”). Sus documentos no tenían la menor importancia ni resisten un análisis. No plantean una salida autónoma a la crisis de la Nación sometida dirigida por una burguesía amanuense y discapacitada. Por el contrario, los Montos se colocan siempre bajo la dirección de fracciones burguesas. Actuaron de vagón de cola bajo el paraguas del creador de la Triple A. Sus disparatados dictámenes militaristas, la decisión de pasar a la clandestinidad y su subordinación al Estado Burgués y por lo tanto al capital, disgregaron el ascenso de masas más impresionante que se haya producido hasta ahora en la Argentina.

Si la dirigencia de los sindicatos clasistas y los activistas fabriles de entonces pretendían que los conflictos obreros triunfaran o que el reagrupamiento se desenvolviera en términos políticos, debían poner distancia tanto de los foquistas como de la triple A que dirigía los sindicatos burocratizados, dos navajas manejadas por el mismo Juan Domingo Perón.
El gobierno de Perón alentó a los imberbes hasta que emparchó a la burocracia sindical para atacar al movimiento obrero independiente.
En Córdoba impuso el estado de sitio y patotas comandadas por el Jefe de Policía Navarro dieron un golpe de estado a principios de 1974, echando al Gobernador y al Vice. En este cuadro de represión al movimiento obrero, en septiembre de 1974 Montoneros decide pasar a la clandestinidad poniendo en riesgo de vida a toda sus estructuras de superficie y dejando en pelotas a sus cuadros sindicales organizados bajo la sigla de JTP; esa descabellada iniciativa, propia de una dirección dependiente de la patronal e infiltrada por los servicios de inteligencia, derivó en cárcel, muerte y desapariciones para esos militantes obreros. Algunos como el converso intendente de Quilmes, que una vez le cantó la marcha peronista a la patronal de SAIAR, purgó 9 años de prisión.
En marzo de 1975 el gobierno de la triple A denuncia un complot subversivo en la zona industrial de la ribera del Paraná, que va a paralizar la producción. La provocación va a fondo porque más de 6000 metalúrgicos de Villa Constitución habían votado en asambleas un anteproyecto de paritarias con un aumento del 70%, mientras que a nivel nacional, los moyanos de la época habían pactado un techo del 38%. En abril hubo detenciones de activistas y obreros de los que no se supo durante días su paradero. Esa modalidad de detención fue la que luego pondría en práctica la dictadura militar, rematándola con la desaparición de los detenidos. Por entonces se formó la primera organización de “Amigos y Familiares de detenidos desaparecidos” que hoy todavía existe.
Los preparativos represivos contra el movimiento obrero del Gobierno peronista fueron cuestión de Estado. Ricardo Balbín declaró el 10/5/75 “que aparte de la guerrilla, existe lo que se puede denominar la guerrilla de fábrica”. Mariano Grondona, vocero del golpe genocida, adhirió a las declaraciones del radical.
Marx en 1848 llego a la conclusión que la historia, primero se presenta como  comedia y en su repetición como farsa. Alberto Carbone (un cura fundador de “sacerdotes del tercer mundo), retoma la escena constituyendo hoy  “Curas de los pobres” que subraya la genialidad de Marx.  El grupo presenta un documento de menos de una carilla que sin apelar a ninguna pose demagógica, en lugar de defender pobres defiende al Gobierno capitalista de los Kirchner. “Los curas de los pobres a favor del proyecto nacional” (Infosur Diario 20/8/2010)
Una ocurrente poetiza argentina, ex estalinista (Revista Ñ 14/8/2010), quien estuvo 30 años fuera de la Argentina, sacó en un contexto revolucionario (1974) una conclusión: decidió irse del país “porque los montoneros podían ser gobierno y la combinación entre nacionalismo y catolicismo significaba: oscurantismo”. Se fue a España, donde vivio tres décadas. Al volver, dijo “fíjese que desgracia, algunos de ellos ahora gobiernan”.
Pero atención aquella generación que se jugó y dio su vida en pos de un proyecto que ni siquiera los contemplaba, son nuestros muertos y merecen nuestro respeto. Quienes gobiernan en cambio se jactan de lo que nunca fueron. Como cipayos (soldados nativos cooptados por el ejército extranjero) han pasado de la liberación nacional a ser parte del ejército de ocupación y saqueo. 

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